BASTA DE MUTILAR NUESTROS ÁRBOLES es un grupo ciudadano de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires iniciado por María Angélica Di Giacomo en el año 2012. Sus miembros son personas que conocen los beneficios de una arboleda frondosa y dedican tiempo para trabajar por la conservación y protección del patrimonio arbóreo de la ciudad y por detener su destrucción y maltrato.
Nuestras acciones se han desarrollado en este tiempo en varios niveles. En el Poder Ejecutivo (GCABA y juntas comunales) con una petición en Change, notas y contactos con funcionarios. En el poder Legislativo participando de audiencias públicas y de proyectos de modificaciones de leyes y códigos presentados por diversos bloques. En el poder Judicial presentando pruebas y siendo testigos en la acción de amparo presentada por la Dra. Claudia Heras que motivó el dictado de una medida cautelar en 2017 y un fallo ejemplar del juez Guillermo Scheibler en 2021. Todas las apelaciones del GCABA fueron desestimadas por la Cámara de Apelaciones en lo CATyRC.
A nivel comunal hemos intervenido colaborando con la ciudadanía en la presentación de notas a las diversas Juntas Comunales y contactándonos con los Consejos Consultivos Comunales.
Nuestro grupo ha participado con otras organizaciones ciudadanas en defensa de los espacios verdes públicos, en franco retroceso en nuestra ciudad. Y por último hemos dado charlas y conferencias, presencialmente en los barrios y en la Legislatura y en instituciones educativas y por plataformas online, porque consideramos de gran importancia la difusión del conocimiento a la sociedad en general, sobre cuestiones relativas a la importancia del arbolado de alineación y de los espacios verdes para la salud integral y la calidad de vida, al derecho ambiental y a los criterios de cuidado y preservación del patrimonio arbóreo.
En este camino que hemos elegido como organización ciudadana hemos recibido el apoyo de muchas personas desde sus lugares tanto en las profesiones vinculadas a la temática como en la función pública y el periodismo, pero nos falta mucho para alcanzar un cambio de paradigma que contemple al árbol como un bien común. La tarea requiere una mirada del árbol en todos sus aspectos, tanto aquellos relacionados con la salud física y ambiental como con la cultura, el patrimonio paisajístico, la identidad barrial y la memoria personal y social.
Estamos en contra de la poda sistemática, de la mutilación, de la tala, de la destrucción y del maltrato a nuestro patrimonio arbóreo por ser procedimientos lesivos a la salud pública y a la adaptación al cambio climático.
Los árboles urbanos son plantados y cuidados por sus beneficios para el ambiente y la salud física y psíquica de quienes habitamos y transitamos la ciudad. El follaje de los árboles produce por fotosíntesis el oxígeno que respiramos y fija dióxido de carbono (una de las sustancias cuya acumulación produce calentamiento global). Los árboles evitan la contaminación visual y sonora, nos protegen del calor agobiante y del sol en verano haciendo que la temperatura disminuya varios grados en las calles arboladas, disminuyen la radiación UV que puede producir cáncer de piel, absorben gases contaminantes y en sus hojas quedan depositadas las micropartículas sólidas que produce la combustión de combustibles fósiles.
Los árboles aumentan la infiltración de agua en el suelo, las copas frondosas ralentizan la caída del agua de lluvia, proporcionan lugar de hábitat y cobijo a la fauna. En este momento de crisis climática son los árboles de follaje frondoso y los espacios verdes de suelo absorbente nuestras mejores herramientas para paliar los efectos del aumento de la temperatura media y de las precipitaciones copiosas. El paisaje arbolado beneficia nuestra mente y espíritu, disminuyendo el estrés que produce la vida en las grandes urbes y el nivel de agresión interpersonal generando sensación de sosiego, aunque muchas personas no sean conscientes de ello.
La poda es una agresión con efectos negativos para el árbol, ya que lo deja más susceptible a las plagas y enfermedades, aumenta su vulnerabilidad frente al viento y disminuye su expectativa de vida. Al dejarlos con poco follaje por efecto de las mutilaciones y podas sistemáticas nos quitan sus beneficios, ya que estos son producidos por las copas frondosas.
Cada árbol que se tala es irrecuperable, dado que no se reemplazan uno a uno. Por lo tanto, cada tala es un perjuicio directo al ambiente y a la ciudadanía, atentando contra su derecho a habitar un ambiente saludable y a las recomendaciones de organismos internacionales sobre la importancia de incrementar la cantidad de espacios verdes y de árboles en particular por ciudadano. Por sus beneficios y por su importancia ambiental, es urgente atender una política de preservación cuya meta sea buscar estrategias para mantener y cuidar a nuestros árboles, protectores ambientales.
Las políticas públicas del GCABA muy lejos están de lo que se necesita para la adaptación al cambio climático. Se habla de reducir las emisiones de CO2, pero no se tiene en cuenta que la única manera en que podemos disminuir la concentración de este GEI de la atmósfera es con verde vegetal vivo capaz de fotosintetizar.
Los árboles, nuestra manera más eficaz de disminuir la temperatura ambiente hasta 10 grados Celsius, de fijar CO2, de absorber agua y ralentizar la caída de agua en eventos de precipitaciones copiosas, sólo pueden hacerlo con su follaje frondoso y completo. Con las podas sistemáticas, mutilaciones, talas y extracciones hemos perdido los beneficios del follaje.
Otro modo de adaptación al cambio climático es con espacios verdes de suelo absorbente ya que actúan absorbiendo agua y disminuyen la temperatura ambiente y sin embargo no solamente se está cubriendo en plazas, parques y plazoletas de cemento y plástico , cada día en mayor porcentaje, sino que estamos perdiendo las últimas oportunidades de aumentar los m2 de espacio verde por habitante tanto en el caso de los playones ferroviarios y bajoviaductos como de la costa del Río de la Plata, que solamente son pensados para negocios inmobiliarios y concesiones que benefician a unos pocos.
La crisis climática es aquí y ahora. No podemos perder ni una hoja más ni un m2 de suelo absorbente.
Si de esto no se habla en la reunión cumbre de la C40, no será más que una nueva puesta en escena de maquillaje verde.
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